lunes, 28 de febrero de 2011

Repotaje en Avui


El teléfono de la esperanza a los pies del Montsant

Oriol Margalef \ CORNUDELLA DEL MONTSANT (PRIORAT)

Cuando colgó el teléfono, a Manuela le pareció que acababa de hablar con su padre. Cuando era joven, a esta mujer de Isla Cristina (Huelva) le explicaron que Juan Pereira resultó muerto durante la guerra, defendiendo la República en Cataluña. Pero a Manuela, que nunca pudo visitar la tumba de su familiar, siempre le acechó una gran incertimdumbre. Una llamada de Miquel Martorell, a quien en un principio Manuela confundió con su padre por los detalles biográficos que éste conocía, acabó con el "desasosiego" de la mujer, como él lo describe hoy. A Juan lo enterraron en un fosa en el cementerio de Cornudella, a los pies del Montsant. Su final ha sido reconstruido por Martorell, un jubilado comprometido y apasionado por la historia, que en los últimos años ha buscado los familiares de soldados enterrados en fosas de Cornudella y Prades.

No era la primera vez que alguien se esforzaba en Cornudella para la recuperación de aquellos hechos. Con diez años, Josep Bonet acostumbraba a jugar en la cercanía del cementerio y de noche soñaba aterrorizado con aquellas expediciones fúnebres que veía durante el día, transportes de cadáveres del hospital de campaña del pueblo, que se vertían en un mismo agujero envueltos en sábanas. Hace cosa de unos veinte años, atormentado por aquel recuerdo del final de la guerra, Bonet encargó una placa para el recuerdo de todos aquellos soldados desconocidos, enterrados indignamente ante sus ojos.

A pesar del anonimato de la fosa, entre aquellos muertos había Juan Pereira, un panadero y concejal republicano de Isla Cristina; o Josep Maria Colominas, un excursionista de Barcelona, fundador del Càmping Club Catalunya. Y así hasta 45 personas con nombre y apellidos, listados por el juez de paz en aquellos días, y que Martorell encontró en el registro civil del municipio. "Me sentí con la obligación moral de contactar con los familiares y decirles donde estaban enterradas aquellas personas", explica Martorell.

Con la única ayuda de un teléfono y unas páginas blancas, Martorell emprendió el año 2004 una investigación que mantiene a día de hoy, y que ya le ha permitido contactar con los descendientes de unos treinta de soldados enterrados en fosas de Cornudella y Prades. Todos ellos son caídos durante la Navidad de 1938, cuando, perdida la ofensiva del Ebro, la República intenta moderar el avance de Franco en las montañas de Prades.

Homenaje del Ayuntamiento

Partiendo únicamente del apellido y el origen del difunto, este jubilado llama y llama hasta que encuentra algun descendiente. "La emoción que sienten los familiares cuando acierto me genera una gran satisfacción personal y intelectual", explica Martorell, que tiene una lista con más de 500 difuntos enterrados en la fosa del Molar (Priorat).

El sábado, el Ayuntamiento de Cornudella organizó un modesto acto en homenaje a los que, a pesar de ser víctimas de la barbarie, reposaban sin ningún honor en el cementerio. No hubo ni coches oficiales ni carrerilla de flashes. Tan solo una veintena de emocionados familiares, como Manuela Pereira -Primavera, como le puso su padre-, que después de poner flores a la fosa se abrazaba "feliç por haber puesto fin a una pesadilla". Igualmente emocionado, Josep Bonet aplaudía el desagravio: "Se ha hecho justícia".

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